Tuve el mismo sabor que con el Die Macher, juegazo pero tan agotador y con tantos detalles, minireglas, excepciones, actos que se hacían aparentemente porque sí, que perdía para mí la elegancia que busco en un juego redondo, que es lo que me hace disfrutar de un juego. Confucius, me confundió el espíritu y me supuso un reto acabarlo bien, pero no creo que le de otra oportunidad, principalmente porque no creo que pueda jugarlo muchas veces si no es contigo.
Impresionante reseña!!!Madre mía Gelete que pedazo de curro!En mi siguiente visita al GenX estrenamos mi copia, que ganas después de leer la reseña!
• Si el jugador nobel no comprende el juego y la mecánica de la resolución de ministerios, probablemente no entenderá que toda la influencia que se ha currado durante la partida se vaya al traste al final, mientras que para el jugador avezado es magnífico comprobar cómo un solo funcionario sobornado te puede hacer Secretario.