Caesar XL (Reseña)
Intro: ¿de qué va?Henos aquí delante de uno de esos juegos pequeños, relativamente desconocidos, pero que encierran mucha diversión con pocos elementos. Caesar XL nos proporciona, con tan solo 40 contadores (de ahí el XL), la oportunidad de recrear la Segunda Guerra Civil de Roma, llevando a Pompeyo o a César a la gloria eterna.
Mediante un sistema sencillo, cada jugador controlará a una de las dos facciones, intentando controlar el máximo de ciudades posibles para poder reclutar más tropas y vencer al enemigo... o dejar a Roma sumida en el caos.
Materiales y ReglamentoLos materiales, sin ánimo de ofender, son cutrillos. Contadores de cartón de calidad algo mediocre, plano pequeño, cartas con diseño funcional pero pobre..en fin, nada que sorprenda a los consumidores habituales de los juegos de VPG antiguos. Aun así, la mayoría de los elementos cumplen bien con su función, sin alardes de cara a la galería ni alegrías visuales, salvo por los mini-dados de VPG que siempre me han resultado graciosos.
Mención aparte merecen los contadores redondos de monedas, que hay que ir cambiando cada dos por tres para llevar la cuenta del tesoro de cada facción. Es mucho más fácil descargarse una ayuda o crear un cuadro propio, moviendo así solo dos fichas por los diferentes números que hayamos escrito en ella. Problema de fácil solución, sí, pero que se repite habitualmente en los juegos de esta época.
Los dichosos sextercios...
Por otra parte, el juego viene con dos reglamentos, el básico (
Bronze Rules) y el avanzado (
Silver Rules). En ambos casos las reglas están bien escritas y explicadas, con suficientes ejemplos para que todo quede bien claro tras una primera lectura. Las reglas avanzadas, sin ser especialmente complicadas, le añaden un puntito más de profundidad al juego, y nos permite elegir con qué nivel de detalle lo jugaremos.
FuncionamientoEl juego presenta una amalgama de mecanismos que, en mi opinión, funcionan maravillosamente bien: cartas, mapa punto a punto, tiradas de dados... Con una dosis fuerte de azar, este título nos permite jugar de manera relajada y divertida, creando un entorno muy propicio para considerarlo como un muy buen
wargame de iniciación.
En cada turno, el jugador tendrá la opción de robar una carta, que en el caso de ser una "carta de foro" irá a parar a la reserva general. Estas caras de foro son un mecanismo muy importante, pues podrán ser reclamadas cuando se cumplan determinadas condiciones (controlar cierto tipo de ciudades o pagar tesoro) y nos concederán beneficios permanentes, amén de poder ser usadas para lograr una victoria política.
A continuación, compraremos las unidades o cartas que consideremos necesarias (pudiendo reclutar a legiones o a tribus aliadas) y recaudaremos impuestos de nuestras ciudades, campamentos o aliados, siendo así importante el equilibrio entre los puestos militares más relevantes y cercanos al enemigo (como Creta) y entre los aliados más lejanos pero generadores de pingües beneficios, como Alejandría.
Y, cómo no, pasaremos a las fases de movimiento y de combate. Con reglas muy sencillas, el combate depende en gran parte de las tiradas de dados, con cada unidad disparando al rival y eliminando a uno de ellos por cada acierto, proporcionando a los contendientes la oportunidad de retirarse una vez se ha luchado durante una ronda, y permitiendo al vencedor la promoción de una de sus unidades.
Este esquema se irá repitiendo turno a turno (primero César y luego Pompeyo), hasta que cualquiera de los bandos logre una victoria política (con las cartas de foro) o militar (eliminando al líder rival y controlando suficientes ciudades), o hasta que se acaben los turnos y el mundo conocido entre en una era de anarquía debido a la caída de Roma tal y como la conocemos.
Es muy importante mencionar que, dentro de las cartas que se roban cada turno, existen cartas de acción que pueden dar la vuelta a la tortilla con facilidad. Por lo tanto, cuando más cercana parezca la victoria, más cuidadosos deberemos ser, pues puede que nuestro enemigo esté guardando una carta que nos fastidie y nos haga replantear la estrategia.
Cuidadito con los eventos...
Es un mecanismo que puede desagradar a muchos jugadores, pero que en mi opinión le añade un punto de incertidumbre y diversión al juego.
SensacionesCreo que este juego logra lo que pretende: divertir. No es un juego sesudo, no es una simulación de las guerras romanas...en un sencillo wargame estratégico que nos proporciona horita y media de entretenimiento sin pretensiones.
Se explica rápido, se monta en un plis, y ofrece a los jugadores una experiencia bastante completa, permitiendo probar diferentes estrategias y roles mientras nos enfrentamos al azar de las cartas de acción que puedan salir. Es cierto que las cartas pueden (y suelen) cambiar mucho la partida, pero creo que es parte de la gracia del juego, el poder fastidiar al rival cuando mejor está y obligarle a replantearse su estrategia.
Considero que es un buen wargame para comenzar, que ocupa poco sitio, y que a los más experimentados les ofrece el aliciente de una partida sin excesivas complicaciones pero con muchas posibilidades de pasarlo bien.
SolitarioSin estar pensado para solitario, lo cierto es que es entretenido como tal. En este sentido, llevaremos a los dos bandos, claro está, pero son pocas las cartas que presentan un conflicto y se pueden ignorar sin alterar la esencia del juego, viendo así cómo se desarrolla la historia de este conflicto bélico.
DuraciónDe nuevo, vuelvo a no estar de acuerdo con la BGG, que marca como 45 minutos su tiempo de juego. En mi opinión, estamos hablando de una hora y media, más o menos.
RejugabilidadSi bien se trata de un título sencillo y con pocos elementos, la gran variablidad que le dan las cartas, así como su rápido montaje, hacen que sea un juego fácil de sacar a mesa. No esperéis una gran campaña que querréis jugar una y otra vez, pero sí una buena alternativa para tardes en que no tengamos mucho tiempo o, sencillamente, deseemos jugar a algo más relajado.
ConclusionesUn wargame sencillo y ameno, sin pretensiones pero bien diseñado y equilibrado. No gustará a aquellos que no toleren el azar en los juegos de mesa, pero sí a aquellos que quieran algo diferente y ocurrente.