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Sondeos / Re:¿Tiene un lado bueno la subida de precios?
« en: 22 de Julio de 2019, 12:04:17 »
Hace ya muchos años (2013) que se habló de esto mismo a raíz del precio de salida del Zombicide:
http://labsk.net/index.php?topic=119584.0
Pero lo que más me llamó la atención fue este mensaje de nosomosnada creo que por su gran sabiduría e interés lo voy a poner íntegro y no voy a decir nada más... bueno sí, que sus peores augurios hace 6 años se están cumpliendo. No digo más:
http://labsk.net/index.php?topic=119584.0
Pero lo que más me llamó la atención fue este mensaje de nosomosnada creo que por su gran sabiduría e interés lo voy a poner íntegro y no voy a decir nada más... bueno sí, que sus peores augurios hace 6 años se están cumpliendo. No digo más:
Es obvio que cada uno con su dinero puede hacer lo que le de la gana. ¡Faltaría más!
Pero creo que eso nadie lo discute.
Yo mismo opino que los particulares son muy dueños de inflar los precios en el mercado de segunda mano del mismo modo que las editoriales no tienen porqué dar explicaciones al incrementar los precios de las diferentes novedades, refritos, reconversiones, reediciones, rediseños o reimplementaciones, año tras año.
Hasta ahí considero que en el mundo de los juegos de mesa, la especulación y el afan de coleccionismo no tienen las implicaciones negativas que puede tener la especulación y el afan de riqueza en el mercado de futuros de los alimentos, energía eléctrica o materias primas en general, por lo que me parece un aspecto del mundo de los juegos de mesa incluso divertido. Del mismo modo que ahí juegos cuyo precio y valor están desacoplados para el bolsillo del comprador, yo disfruto enormemente del caso contrario, cuando compro en el mercadillo excedentes de la especulación cuyo precio está muy por debajo de lo que yo creo que vale el producto (o de su PVP).
Pero más allá del mercadeo, una cuestión subyacente que me preocupa es que si hay algo que les ocurre a todos los nichos de mercado donde se produce especulación, es que tarde o temprano el efecto llamada a los "inversores" puede tener repercusiones bastante negativas.
Por poner un ejemplo que conozco muy bien, en el mundo del slot (scalextric, para el que no le suene lo del slot), a mediados de los años 2000 se produjo una vorágine especulativa de considerables dimensiones (dentro del mundillo slotero, se entiende).
Tras una pequeña edad de oro a principios de los 2000 en la que el hobby y las asociaciones comenzaron a vivir una afición perdida casi en su totalidad tras la quiebra de EXIN y la crisis juguetera de los 90, las marcas existentes, ante la afluencia de compradores buscando "invertir", comenzaron a producir innumerables referencias y tiradas más grandes. A la fiesta se sumaron numerosas marcas de pequeñas compañías que fabricaban coches como si no hubiera un mañana.
Por si fuera poco, llegaron los nuevos inventos para "atraer a las jóvenes generaciones" como los coches, pistas y centralitas digitales cuyo nivel de chapucerío y surrealismo fue quizás la estocada definitiva para alguna que otra marca.
Había tantas novedades que era difícil seguir la pista a determinadas referencias. Incluso algunas volaban el día que salían a la venta y era imposible conseguirlas.
Hasta el día en que el mercado se saturó, y la burbuja explotó.
En ebay había más coches en venta que en los comercios; en cadenas como Poly los coches saldados salían en bolsas de docena en docena (y lo digo literalmente; así llené una vitrina XD). En los grandes supermercados encontrabas los circuitos rebajados y en jugosas ofertas 2x3 (tengo tantas pistas como para reproducir el Jarama a escala real). Y los foros se llenaban de foreros que no entendían como sus pequeños tesoros comprados a precio de oro de segunda mano no se vendían ni regalados.
Y en un momento de crisis que ríete tú del de las subprime en 2008, los inversores se retiraron ante la falta de rendimiento en busca de nuevas oportunidades, comprando sellos, árboles o participaciones de Nueva Rumasa respaldadas en botellas de Brandy.
Pero el problema no son los inversores, ni la especulación. El problema es que los fabricantes de coches de slot se olvidaron de que los coches de slot son para jugar, para divertirse y para estamparlos en la pista disfrutando con la emoción de la competición.
Cuantos más coches vendían a los inversores, y menos a los aficionados, más se alejaban de ser un juguete jugable. Decoraciones maravillosas, detalles a escala tan finos que se partían con la mirada, incluso cajas conmemorativas elegantes dignas de adornar cualquier chimenea francesa con una piel de leopardo a sus pies.
Pero los coches no corrían. Fallaban. Se salían del carril con un suspiro. Y lo peor de todo. Se cascaban en la segunda curva.
Y entonces las empresas escogieron de entre todos los caminos del lejano oriente, el peor. Los precios subieron, la calidad bajó. Llegaron los refritos. Las prestaciones cada vez peores. Las huellas digitales de miles de chinos imprimadas para la posteridad en la pintura de las carrocerías, los chips que necesitaban de soldador y estaño y las centralitas que nunca fueron capaces de funcionar más de 2 vueltas seguidas.
Y por supuesto, los coches por fascículos. ¿O nos pensamos que eso lo ha inventado FFG?
¿Qué puede haber más triste que un niño el día de Reyes que le regalan un Scalextric y para su desilusión, los coches ni siquiera se mueven?
Y así las empresas fueron cayendo una tras otra, Fly, Tecnytoys, hasta Ninco, una referencia mundial en el slot, se dedica hoy en día a vender helicópteros radiocontrol importados de China con la pegatina de su logo.
El panorama es desolador en estos últimos tiempos. Los grandes escaparates del slot de hace 10 años se arriendan o se han reconvertido en bazares de morralla fabricada en el proveedor oriental y los fabricantes sobreviven como pueden sin poder acceder al "mercado del juguete" que antaño abandonaron por ser los niños menos lucrativos que los avezados inversores.
Porque cuando fabricas coches para la vitrina da igual que el motor funcione o no. Ni siquiera tienes que conocer el mundillo. Basta con coger una caja chula, cuanto más grande mejor, y rellenarla con cualquier cosa que tenga una decoración bonita y llamativa. Porque eso da más beneficio que fabricar un coche que sea capaz de aguantar 30 años corriendo como el primer día, diseñado y fabricado por gente que sabe y ama lo que hace, como hacía la vieja EXIN en los años dorados del juguete español.
Suelen decir que la historia se repite en sucesivas generaciones, pero quizás también se repite hacia atrás. Porque si hubiera existido un youtube hace 10 años, estoy seguro de que buena parte de los sloteros/inversores hubieran guardado sus circuitos en una caja y se hubieran sentado a disfrutar del youtuber experto de turno perpetrando el enésimo descajamiento de la impresionante enésima novedad de la semana, con la estantería del IKEA tras su espalda abarrotada de cientos de referencias que le hubieran dado ese imprescindible toque de sabiduría y de saber perfectamente de lo que estaba hablando.
Un muro de referencias de coches de esas que no tienes ni la más remota idea de qué tal se comportan en pista, porque ante la avalancha de hypes y compras uno ya no tiene tiempo para dedicar a la preparación del coche, al rodaje, al aprendizaje en la conducción, al propio juego en definitiva... pero que seguro que son maravillosas, porque bueno, son nuevas, tienen una decoración preciosa y todos sabemos que lo nuevo es bueno y lo viejo es malo. Y todo lo que es maravilloso, por supuesto, hay que comprarlo. Que es de lo que se trata.
Y aunque no tenían Twitter para desahogarse, algunas voces en aquella época de la especulación loca, que algunos llamaban "La Edad de Oro del Slot" se alzaron de entre los dinosaurios gruñones, afirmando que aquello estaba matando al hobby. Que los coches debían servir para que los niños y los no tan niños disfrutaran jugando, y no para adornar estanterías, pero nadie les hizo caso.
Porque eran viejos. Y lo viejo es malo. Eran expertos y sabían mucho, pero eran malos. Y viejos. Y resentidos. Y sobre todo, había que ignorarlos cuando abrían la boca. Porque eran viejos. Y porque los tiempos estaban cambiando. Y había que librarse de lo viejo para dejar sitio a lo nuevo. Y así era y no debías cuestionarlo. Porque los autodenominados jóvenes decían que los tiempos estaban cambiando. Y en los buenos y nuevos tiempos, lo de poner el coche en el circuito durante horas se conviertió en cosa del pasado. Cosa de viejos. Y aburridos.
Porque lo que se llevaba en los nuevos tiempos era dar rienda suelta a la compulsión y a la compra. Oler bien pero que muy bien el envoltorio de la novedad, inspirando profundamente antes de abrirlo, dar una vuelta de prueba ligerita y sin mucha profundidad, sin análisis ni parálisis ni pérdidas de tiempo jugando, y ponerlo en la vitrina para dedicar el resto del tiempo libre a decidir el destino de la siguiente compra/inversión y a montar una nueva estantería para poder tener todas las referencias bien colocaditas y fardar de cantidad ante los colegas de hobby en las visitas a casa o en el muro del facebook.
Lástima que en aquella época no hubiera facebook.
Y así murió el slot. Igual que las hadas entre las brumas de Avalon, desapareció cuando los aficionados dejaron de soñar con jugar él y lo convirtieron en simple "mercancía" desprovista de magia.
Y no. No lo mató la especulación, pero si que lo despojó de su esencia y lo dejó vacío.
Y aunque el mundo de los juegos de mesa es muy diferente del "scalextric" (por suerte), a veces me da la sensación, al ver por ejemplo la maravillosa y exhuberante oferta de comercios dedicados a ello en ciudades como mi pequeña Pucela, de que le está pasando un poco lo mismo. Porque las estanterías y los escaparates y los portales de crowfunding, igual que el decorado de los youtubers, están cada vez más abarrotadas con una variedad nunca antes vista, para todos los públicos, tipos de jugones e incluso inversores, pero tengo la impresión de que a pesar de la oferta, de los colorines y de las montañas de figuritas de plástico molonas, cada día es más difícil encontrar algo que de verdad merezca la pena.
Pero claro, puede que yo también sea un viejo dinosaurio gruñón destinado a extinguirme.