Eugenesia: Los “bien-nacidos”

Los bien-nacidos

Los “bien-nacidos”

Solía vivir en la orfandad.
Era oscuro, frío y solitario.
En la noche, miraba el cielo estrellado y me sentía mejor.
Soñaba que podía volar allá.
En América, puedo hacer que mis sueños se vuelvan realidad…
Gracias por el “Espíritu” y la “Oportunidad”

— Sofi Collis, 9 años de edad (Nombramiento del Spirit y Opportunity)

En la Tierra los padres tienen “bebés a la carta” a través de la eugenesia génica (que, grosso modo, ya adelantó Platón en su famosa obra la República que inaugura la literatura utópica y por tanto el caldo de cultivo de su negativo distópico). En esta sociedad distópica los terrícolas son creados a partir del genoma de sus padres, que es seleccionado genéticamente con el fin de obtener lo mejor de cada uno de ellos. Como no pueden reproducirse de motu propio es la única forma que tienen los científicos de tener controlada la natalidad.

No importa que esta ‘perfección humana’ se logre con la ‘eliminación’ de todas las ‘imperfecciones humanas’ hasta convertirlos en máquinas, piezas engranajes de un supersistema que apenas permiten se deslicen entre sí sin emoción ni calor, sin fricción y sin rozamiento. Humanos, pero ¿no ‘demasiado’ humanos? Si pueden evitar que sus hijos sufran leucemia, Síndrome de Down, cáncer o miopía, ¿por qué no hacerlo? Pero, ¿dónde está el límite? ¿Puede ser considerada la calvicie una enfermedad? ¿Tengo derecho a elegir el sexo, altura y color de ojos y de piel de mi bebé? Bueno, «prima facie», tienes derecho a tenerlo sólo si tienes dinero para tenerlo. Los ricos y poderosos son, en realidad, los más aptos en la pirámide social.

No obstante, cabe reseñar que no se trata de una eugenesia absoluta como la que expone Aldous Huxley en su «Mundo Feliz»; ya que los niños, aunque de probeta, son auténticos hijos de sus padres. Eso sí, han sido manipulados para eliminar cualquier posible rastro de imperfección, como podrían ser la miopía, la calvicie, el alcoholismo, el cáncer o, incluso, la violencia. Sí, en este hipotético futuro distópico que nos espera no hay violencia, ni siquiera es posible que ocurran crímenes, ya que la selección genética no les dota del gen que les capacita para cometerlos. Pero hasta que punto ¿es realmente inevitable que ocurran?, ¿podría fallar el sistema en su selección genética? (en estas espinosas preguntas se basa el enigma “Ácido desoxirribonucleico”).

La Tierra, tras el paso de tres largos siglos, esta inmersa en una sociedad aséptica, blanca y ordenada donde la contaminación ha desaparecido, las energías son renovables, y no hay motivo para suponer violencia o delincuencia. Nos encontramos en la antesala de un mundo aparentemente perfecto. Pero esta perfección ha sido obtenida a costa de cualquier vestigio de humanidad. Los “bien-nacidos” son fríos; sus relaciones, asépticas, actúan como robots, y son  incapaces de mostrar sus sentimientos (si los tienen)…

En este aséptico mundo ningún terrícola puede escapar a sus genes. Los omnipotentes científicos, que disponen de un poder sin límite e inagotable en esta sociedad tecnocientífica son quienes disponen. Y ellos han puesto especial hincapié en que esto no ocurra. A lo largo de los tres siglos han conseguido inutilizar la reproducción del ser humano. Así que es casi-imposible que exista un humano fecundado por medios naturales. Hay controles exhaustivos y análisis de substancias orgánicas (no siempre legales) que impide además evitar el sistema. La marginación es ilegal (se denomina genomismo) y es tan atípica que en el último siglo no se ha detectado ni un solo caso. De forma un tanto irónica, en la Tierra del futuro próximo el hombre es marginado, de forma perfectamente racional, por la propia ciencia.

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