
Si eres aficionado a «El Club de los Martes» y/o dispones del juego en su versión impresa de NoSoloRol o digital de conBarba necesito tu ayuda.
Me he propuesto llegar a los 100 votos en BGG (un conocido portal sobre juegos de mesa estadounidense), ya que es la única manera de valorar la aceptación del juego (si tienes menos se inventa votos de 5,5). Ahora mismo el juego tiene «solo» 49 votos, así que pido desesperadamente vuestra ayuda para llegar al centenar. Para votar en BGG tenéis que estar registrado (es un requisito previo), y en la sección «User Information» poner vuestra valoración en «Rating», y ya que estáis de paso dejar algún comentario acerca de que os ha parecido el juego en «Comment».
Y para incentivaros, si el juego consigue llegar al centenar de votos antes del día de la Hispanidad (12 de octubre) liberaré alguna cosilla sobre el juego (sorpresa incluida).
A votar!!! Pásalo.

Andrew S. Parrish, un joven técnico que trabajaba en el laboratorio fotográfico de revelado que Eastman Kodak Company (popularmente conocida como Kodak) tiene en el distrito de “City of London” de Londres, apareció muerto calcinado tras un devastador incendio de su laboratorio.
Liz ‘la coja’, una veterana prostituta del londinense barrio de Whitechapel, en un ataque de locura, con la mente completamente perdida y fuera de control, visiblemente afectada por lo que el médico forense confirmó más tarde ser víctima de un “delirio tembloroso”, debido posiblemente a un fuerte síndrome de abstinencia del alcohol, pasó a cuchillo con una afilada y lujosa navaja de afeitar, en una feroz y encarnizada lucha, a cuatro de sus compañeras de trabajo en el patio trasero de un popular edificio de alquiler de apartamentos en Lambeth Road; sitio donde la mayoría llevaban a sus clientes para terminar su faena por apenas unos míseros peniques. Fue una auténtica carnicería por la que Liz fue condenada, apenas dos días más tarde, a la horca.
James William Benson, un famoso y prestigioso maestro relojero londinense y proveedor oficial de la casa real, subió en la Estación de Liverpool Street, por asuntos de negocios, en el tren de Londres a Dover de las 10:12. En una consigna del vagón de equipaje blindado dejó a buen recaudo, o al menos eso creía, un valioso muestrario de relojes que pensaba mostrar, un día más tarde, en una exposición de alta joyería que se celebraba el 2 de julio de 1888 en el salón Louis XV del Hôtel de Crillon en París.